sábado, 2 de julio de 2011

El lamento de las palmeras...


       Hoy me obligue una vez más a salir. A dejar que el viento meta en mis pulmones la esencia del Sahara. No vi a “perro” y la verdad es que casi me alegré porque después de lo que pasó la última vez que nos vimos, no tenía ganas de verle. Cuando discutimos con alguien (aunque sea un perro) no queremos volver a verle, al menos durante el tiempo que creemos estar odiándole. Yo sé que no odio a “perro”, pero me molestó que me mostrara mis propias contradicciones y la facilidad que tenemos para aconsejar a otros aquello que no hacemos por nosotros mismos.
       Me detuve como siempre antes de cruzar la calle y mientras se acababa el cigarrillo que habían encendido en el porche de mi guarida, diseñé el recorrido que iba a hacer, al menos el inicial (algunos días introduzco variaciones sobre la marcha). Hoy he ido contando las flores de los hibiscus. Ayer sólo había una de color rojo, completamente abierta. Hoy ya no estaba, supongo que alguien la habrá cogido para adornar su pelo o su casa. No importa, los capullos a punto de eclosionar son bastantes  y pronto los veintitrés tallos mezclarán en diferentes porcentajes el color de las flores con el verde de las hojas, que un año más están llenas de larvas de la mariposa Chionodes hibiscella que también eclosionarán al principio del verano.
       Este año está siendo muy poco amable con los hibiscus, por las mañanas está nublado casi a diario y las temperaturas son más bajas y por eso todavía no han florecido a pesar de que la primavera está a punto de abandonarnos. Las buganvilias, sin embargo, parecen no haber notado la diferencia y ya llevan más de un mes cargadas de pétalos multicolores. Debe ser porque las buganvilias a diferencia de los hibiscus, tienen espinas puntiagudas y son capaces de enroscarse a cualquier estructura, incluso de trepar por los muros. Me gustan las flores de esta trepadora y su engañosa fragilidad. La fragilidad casi siempre es engañosa.
       Pero hoy mi cita era con las palmeras. Cuando el viento sopla un poco más fuerte que de costumbre, como hoy, las palmeras se sienten más comunicativas. Con más ganas de hablar. Así que esta tarde era ideal. Las palmeras, como los hombres vulgares, hablan de cosas vulgares. Pero aquí viven muchas clases de palmeras llegadas de lugares muy lejanos, algunas hace muchos años.
       Escuché a dos de esas que tienen las ramas como si fuesen grandes abanicos por encima de una melena marrón que van formando las más viejas ante el vigor de las jóvenes.
- yo estoy aquí desde antes que empezaran a construir esos horrorosos hoteles que ya no me dejan ver el mar y apenas me dejan llegar su aroma. - Lamentaba la más alta de todas.
- A mi lo que más me molesta es este asfalto que han puesto tan cerca de mi tallo; pero dentro de un par de meses lo habré levantado. - Presumía una más joven.
- Ten cuidado no vayas a mover los cimientos del muro de esa urbanización, si lo haces te decapitarán. Mira aquellas dos del principio del paseo, las cortaron a poco más de un metro del suelo haca un par de años. - instintivamente dirigí la mirada hacia aquellos dos troncos cercenados en los que no había reparado a pesar de pasar a su lado casi a diario.
- Lo tendré, aunque algunas raíces he de extender también hacia ese lado o el viento acabará inclinándome y eso también es motivo de decapitación. Tu tienes suerte de haber llegado en los buenos tiempos.
- Si, yo sujeté ya todas las raíces fundamentales antes de que los hombres decidiesen construir aquí sus feas casas.
- No te quejes, estas no son de las más feas. Unas semillas que llegaron el pasado lunes dicen que el lugar de donde vienen es mucho peor. Lleno de perros que constantemente orinan en la base de sus troncos, de niños que se suben hasta sus ramas y se cuelgan de ellas y mucho plástico alrededor. - en ese momento recordé que algunos días aprovecho el paseo para sacar la bolsa de basura y ponerla en el contenedor y ayer mismo, recogí dos latas de bebida energética (de esas que parecen balas, o supositorios, según se mire), un paquete de tabaco vacío y dos bolsas de snacks también vacías. Porque no soporto la suciedad, ni que la gente abandone sus restos en la tierra donde crecen los hibiscus.
- Tu si. Te he visto hacerlo muchas veces, pero la mayoría pasan y hacen como que no ven los residuos por no agacharse a cogerlos para tirarlos en el próximo contenedor. - ¡Me lo decía a mí! rara vez las palmeras se dirigen a un humano y mucho menos responden a sus preguntas o dejan que entre en su conversación. Así que decidí probar suerte con la que me había hablado.
- Y tu de donde viniste hace tantos años ? - pregunté.
- Yo no vine; yo nací aquí pero si te refieres al origen de mis antepasadas. Llegaron de Túnez hace cientos de años.
- Las trajeron los barcos que se aprovisionaban aquí de camino o de vuelta a Las Américas. - Pregunté.
- No. Llegaron mucho antes de eso que dices, incluso antes que que hubiese barcos haciendo esas rutas. Las semillas llegaron con la arena del Sahara. Las trajo el viento y supongo que llegarían al gran desierto desde Túnez de una forma parecida, aunque eso no puedo asegurártelo. Han pasado tantos años.
- Las cosas no van bien por la tierra de tus antepasadas - dije, y no sé por qué lo dije.
- Siempre fue un lugar muy agitado y convulso. Mis abuelas hablaban de ello. Los hombres no hacen sino pelearse entre ellos, es lo mejor que saben hacer. A pesar de ello, allí mis antepasadas eran mucho más respetadas que aquí. Se las cuidaba, se las mimaba y se hacían sombreros, cuencos y muchos otros utensilios con sus ramas viejas.
- Y eso reconfortaba a tus antepasadas ? - pregunté.
- A ti no te gustaría seguir sirviendo para algo aún después de haberte dormido definitivamente ? O acaso crees que la resurrección o la reencarnación consiste en otra cosa ?
- A mi la verdad es que me gustaría ser útil antes de morir y no creo en ningún tipo de resurrección o reencarnación de las que venden algunos comerciantes del espíritu. Siempre creí que la única resurrección estaba en los hijos, en legar una parte del ADN.
- Los hijos no son la resurrección de nada, son entes que deben independizarse y ser diferentes a sus padres. Y la reencarnación no sólo es posible, es continua. Cuando seas polvo, otra vez, algún tipo de vida surgirá de nuevo de ese polvo y aunque no recuerde con exactitud en que vida estuvo antes, siempre, en algún lugar de su espíritu genético quedará algo de sus anteriores vidas.
- Vaya... yo creo, sin embargo, que lo de la independencia de los hijos es una forma de “individualismo impuesto” por esta casta de comerciantes que nos gobierna en la sombra desde hace muchos años. Desde que descubrieron la forma de hacerlo.
- No crees que sea una ley de vida ?
- No. Creo que los hijos han de seguir en la casa donde nacieron; seguir allí cuando sus abuelos y sus padres mueran; tener allí a sus propios hijos y vivir en la tierra en la que nacieron nutriéndose de ella y de sus frutos.
- Hablas como si tu espíritu fuese vegetal. ¡Ves! quizá en otras vidas anteriores fuiste un arbusto o un árbol. Si, tu tienes más pinta de haber sido árbol. Miras desde arriba...
- Quizá. Pero es lo que creo. Esto de que los jóvenes se vayan del hogar en el que nacieron para formar el suyo propio (odio el sentimiento de propiedad, cada día lo odio más); me parece un invento que sólo beneficia a los comerciantes y usureros. Cada hogar necesita nuevas cosas y ellos viven de esas necesidades. No, definitivamente no me gusta este modelo de sociedad individualista en la que nadie ayuda a nadie. Tantos grupos pequeños y tan divididos sólo pueden ser útiles a aquellos que pretenden mantenerlos controlados y esclavizados.
- Como las hormigas ? Todo, hasta la vida por la comunidad ? Esa es tu filosofía ? Eres comunista ?
- No, no, no... soy práctico y un poco anti capitalista, Hablo de grandes familias viviendo en el mismo espacio, compartiendo los recursos. El comunismo cercena la libertad de pensamiento y esa es la única libertad, la única independencia verdaderamente importante. La libertad no consiste en poder moverse de un lado a otro. Tu deberías saberlo bien. La independencia consiste precisamente en el hecho de que; pudiendo ser independiente se escoge compartir porque es beneficioso para todos. Entiendes ? La cerveza se puede elaborar en casa (si todavía viviésemos en casas de verdad en lugar de en latas de sardinas). ¿A quien le interesa que la gente no haga esto y la compre en botes de un tercio de litro ?
- Entiendo lo que quieres decir. Compartir. Unir en lugar de dividir. Si, no estaría mal regresar un poco a esa filosofía.

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